e martë, 29 maj 2007

Sanghee Song, “Gesture to be a good Daughter”, 2001.


La obra de esta artista coreana se basa explícitamente en la ironía. En esta serie de fotografías, la autora indica cual es la mejor postura para que una mujer de bien, sepa como sentarse, como una forma de convertirse entre otras cosas; en una buena hija.
Las fotografías están dispuestas en formatos horizontales, donde a la izquierda está ubicada la fotografía de una mujer “bien sentada”. Piernas juntas, falda que tape la rodilla, manos entrelazadas sobre las rodillas que apuntan hacia un lado, espalda derecha, mirando hacia el frente; esta mujer fotografiada está sentada sobre un water. A su derecha, una serie de dibujos, fotografías y textos a modo de explicación unen las imágenes entre si, para luego llegar al dibujo que la autora ha realizado en base a la fotografía, ésta vez la mujer está sentada sobre una silla.
Su rostro es de absoluta complacencia.
Otra de las fotografías, intenta explicar la posición exacta de como atender. Un sillón ocre está tranquilo a la espera de la mujer coreana que esta vez lleva un periódico a alguien imaginario que está sentado. La misma vestimenta, la espalda se agacha lo suficiente como para entregar el periódico pero mantenerse al mismo tiempo a una distancia justa entre ella y la persona que lo recibirá. A su derecha, los dibujos esta vez explican las formas de tomar el periódico, la postura de los dedos sobre el papel, la distancia entre una mano y otra. Además de dos pequeños dibujos de una mujer encuclillada con una posición totalmente oriental, que está envuelta en una tela blanca que a su vez, está firmemente amarrada a su cuerpo. Manos juntas, rodillas juntas. Espalda semi curva. Cabeza baja.
En el lugar también se encuentra una silla de acero, que afirma ser el objeto que indica la postura apropiada para sentarse bien.
Esta silla, más que una cómoda silla para sentarse y descansar parece; por lo frío y prolijo del acero, una silla de tortura. Donde cualquier posición para sentarse que pueda realizarse sobre ella, siempre indicará una absoluta incomodidad, pero que sin embargo asegura una posición rígida y “armónica”. Al igual que las posiciones para sentarse o para atender, son imágenes ya conocidas de la cultura oriental, donde se sabe que las geishas a partir del siglo XVIII eran bastante comunes, siendo conocidas como profesionales del entretenimiento, usando sus habilidades en las artes japonesas como la música, el baile o la narración, como también trabajar en forma independiente en los llamados “barrios de placer”. Para ser geisha, se debía pasar por un entrenamiento desde pequeñas para perfeccionarse en realizar trabajos hogareños y así, asistir de la forma más profesional a su maestro, llegando a convertirse en uno de ellos.
El entrenamiento para ser buena hija o buena ama de casa, incluye entonces conocer los modos de actuar, de sentarse y de dar la mejor atención. Aquí veo el paralelo entre el ser una geisha y ser una coreana en la actualidad, o incluso: ser una mujer dentro de una sociedad oriental. La geisha adquirió con los años toda una connotación sexual que está ligada a la sumisión, al placer del esclavo versus amo, donde el poder está ligado al deseo. En la obra de Sanghee Song, la sumisión de la mujer coreana es un juego doble. Da cuenta del machismo oriental, de la posición de ama de casa que una mujer debe adquirir por defecto, y de cómo a larga, la costumbre es tal, que ésta posición sumisa llega a gustar, a parecer cómoda y simple de realizar, hasta el punto de que efectivamente muchas coreanas quieran ser buenas hijas, buenas esposas y por supuesto, buenas madres que darán el mismo y mejor ejemplo a la generación de mujeres que le sigan, haciendo de esta costumbre una obsesión femenina.
Ser una mujer de bien y además parecerlo, en el caso de la autora, está unido a cierta esclavitud, a las camisas de fuerza, a correctores de posiciones que se asemejan a aparatos ortopédicos, donde el cuerpo se vuelve un objeto a contemplar y a usar por el espectador, maestro, esposo o padre. Se sabe que las mujeres orientales tienen prohibido mostrar públicamente el vello púbico, y en estas fotografías todas las mujeres están totalmente cubiertas, despojadas de cualquier imagen evidente de sensualidad, puesto que lo sensual no está en la imagen sino en la acción. En el ofrecimiento, en la ofrenda o el rito, todo a través de vestimentas o utensilios que ayuden al perfeccionamiento de una posición necesaria para convertirse en una excelente geisha, en una adorable ama de casa, en una mujer que existe para atender al otro (en cierta forma, darle placer) con requerimientos tan básicos como mantenerse erguida al estar sentada, mostrase señorita e implacable.
Todo manual es explicativo, es así como la autora además de las fotografías y los dibujos incluye textos que dan a entender de manera simple cual es el uso de los objetos y para qué están ahí, explicando como a través de su buen uso es posible conseguir efectos complacientes para los usuarios.
La autora no cuenta ninguna historia nueva, sin embargo a través de la ironía de “todas queremos ser buenas mujeres”, nos muestra como funciona su cultura, como la gran cantidad de restricciones culturales en Oriente han hecho de las mujeres objetos fetiches a través de la vestimenta, del peinado, el maquillaje y los utensilios. Y de cómo éstos mismos dependiendo del uso que se les de, le otorgan a las mujeres un ideal de sumisión que le dan categorías de deseo, de ser codiciadas, entregando a cambio la perfección de la obediencia, donde ser un objeto deseable es un fin que justifica todo estudio y sumisión. En una cultura y sociedad oriental, una mujer que entrega rituales en casos extremos y a partir de lo cotidiano, está generando y promoviendo el placer y el deseo, una especie de catálogo que especifica un ideal, donde esta mujer como objeto es el modelo a seguir, un modelo que le otorga poder y un frenético deseo de ser codiciadas a través del servicio, donde queda demostrado que los orientales generan la seducción como aquello que desplaza lo explicitamente sexual a un devenir de minuciosas actitudes y modos de frenar en la mujer cualquier posibilidad de ser su sexo, que queda evidenciado en el trabajo de la autora en esa negación de la sexualidad en la mujer oriental.

5 komente:

Mak tha...

Es un texto muy académico, muy descriptivo, con una labia envidiable. Pero siento que sólo objetivizó una leve pincelada, muy superficial, de lo que pudo haber sido está crítica a partir del abuso y la resignación que a arrastado por muchos años la mujer oriental. Viéndolo como mujer occidental, es impactante esta forma hasta macabra el echo que la mujer sea y es sacrificada por su familia, no velando por sus intereses femeninos y humanos. Sino por los intereses de otros.
Al ser una crítica de una crítica pasa a ser una subjetividad de otra subjetividad. y cómo podemos abarcarla.

Carla Garcia tha...

Al parecer lo descriptivo tomo gran parte de lo que se analizaba , ese fue el sustento de la critica , pero cayo demasiado en ese ámbito dejando atrás una mayor profundidad del tema, como que se quedo en lo que ve , pero en el mensaje mas interno del autor falto desmenuzar con mayor detalle.

carla garcia

David tha...

claro y particular, gran dedscrpción pero creo que nos deberias seducir con una ideas que inforrmen y comparen esta obra con algo en el arte, que hable sobre que es lo represivo para nosotros comparado a que , ya que para ellos esto de be ser de mas normal.
claro te quedaste con los objetivo pero me falto algo que eleve las pasiones, que proponga algo firme sobre esta idea de represión sexual femenina y las normas de costumbre.

F tha...

Me parece un texto interesante, que sugiere discusión, en tanto describe eventos y objetos, objetivzando su condición, cuestion que siempre es un problema. Es lo suficientemente habil, para que ello se convierta en sentido común, con lo que yo no estoy tan deacuerdo, pero vulelvo a repetir es un gesto que implica desencuentros y desavenciencias, por lo que permite la conversación y la duda razonabe. En todo ello la obra se ha convertido en una excusa cosa que puede ser interesante ya que nos saca al exterior, pero sin comparación quedamos un poco en el aire con temas como la producción y masificación del objeto de arte.

VM tha...

es una crítica bien estructurada, hay una visión personal, un punto de vista, y a la vez hay documentación. Faltó, si he de hablar de lo que no hay, un análisis de como los elementos formales que configuran a la obra como obra operan y si estos funcionan más allá del concepto que las predetermina.